Se dice que a mediados del siglo 15, el “médico” alquimista alemán Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, mejor conocido como “Paracelso” (quien por cierto dio su nombre al “Zinc”), acuñó una frase que resulta de vital importancia para entender uno de los más graves problemas que causan los productos falsificados: “Todo es veneno y nada es veneno, sólo la dosis hace el veneno”.
Y es que efectivamente, quizá si un día ingerimos un cuarto de miligramo de fosfuro de zinc (ingrediente principal del veneno para ratas) lo peor que nos pueda pasar es que nuestro estómago genere una cantidad adicional de gas, pero si consumimos cantidades mayores durante un tiempo considerable, muy probablemente terminemos en el hospital o en el cementerio. Todo depende de la dosis, pero la determinación de la dosis no sólo implica un concepto de magnitud, sino también de identidad, de certeza sobre el elemento que estamos midiendo.
Si una receta nos indica que la dosis de “azúcar glass” que debemos mezclar con mantequilla para elaborar la cubierta de un pastel es de una cucharada y nosotros colocamos en la mezcla una cucharada pero de leche en polvo en lugar de “azúcar glass”, evidentemente no estaremos usando la “dosis” adecuada del ingrediente.
La cuestión se complica más cuando tomamos en cuenta que cada metabolismo es distinto y así, algunas personas pueden disfrutar de productos que contienen grandes cantidades de nueces y otras personas pueden incluso morir si inadvertidamente comen una.
Por lo anterior es muy importante que tengamos certeza sobre qué ingredientes tienen los productos que entran en contacto con nuestro organismo y también por ello es muy importante tanto la existencia de normas que obliguen a los fabricantes a etiquetar sus productos informando a los consumidores sobre los ingredientes que contienen, como de normas que permitan que las autoridades realicen pruebas a los productos en el mercado para retirar los que se descubran como peligros para la salud.
El consumidor debe saber qué es lo que potencialmente esta introduciendo a su organismo y ello repercute en el tema de los productos falsificados porque un producto falsificado es precisamente el que no es lo que aparenta; no es lo que las etiquetas dicen que es; no es el que tiene los ingredientes que se establecen en la etiqueta.
¿Cuáles son realmente sus ingredientes?
Simplemente es imposible de saber al momento en que se hace la compra y es por ello que en México no solo los alimentos, las bebidas y las medicinas están sujetos a inspección de las autoridades de salud. Específicamente, la Ley General de Salud establece en su artículo 194, que los cosméticos estarán sujetos a control sanitario por parte de la Secretaría de Salud y es que aunque en principio pensemos que un cosmético es sólo un polvo o una pintura que se coloca en la piel, debemos recordar que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano y permite la absorción de los componentes que están en los mencionados polvos o pinturas y que finalmente son solo parte de lo que se considera industria cosmética.
El departamento de medicina de la universidad de Rochester, en los Estados Unidos, identifica al menos 5 factores de riesgos para la salud asociados con productos cosméticos: infecciones en los ojos, esparcimiento de bacterias en la piel, irritación de tejidos, riesgos de incendios (por propelentes de las latas de spray), y reacciones alérgicas. No obstante lo anterior, se ha descubierto que muchas substancias que se usan en la elaboración de cosméticos pueden, a la larga, causar enfermedades más graves como cáncer, daños al sistema respiratorio, reproductivo y nervioso.
Los bencenos, acrilatos, el asbesto y el plomo, son materiales que quizá en pocas cantidades no causen ningún daño a la salud, sin embargo, a medida que nuestro cuerpo los empieza a acumularlos, lo que antes no lo era se empieza a convertir en veneno.
La organización “Safe Cosmetics” (“Cosméticos seguros”) ha publicado una lista de compuestos peligrosos que pueden aparecer en cosméticos (la anexamos en los “enlaces útiles” al final del artículo) y de hecho continuamente se dan notificaciones por las que incluso gigantes de la industria son llamados a retirar sus productos de los anaqueles porque las autoridades sanitarias descubren que la interacción entre sus componentes y el organismo puede generar riesgos al consumidor.
Un producto que inicialmente se consideró inocuo, se descubre peligroso en ciertas concentraciones y debe ser retirado. Es parte de la evolución de los productos cosméticos. Las compañías del ramo gastan millones de dólares en investigación para evitar el impacto negativo de sus productos tanto en el medio ambiente como en el consumidor, sin embargo, las personas que se dedican a hacer productos de imitación, evidentemente no realizan estos gastos, ni se preocupan por los elementos que contienen los ingredientes empleados para la fabricación de las copias de los productos que encontramos “baratos” principalmente en el comercio ambulante.
La falta de información sobre los productos que encontramos en el comercio informal raya incluso en lo ridículo. Recientemente se dio un caso en el que se popularizó la venta de un lápiz labial conocido como “morrocan lipstick” (“lápiz labial marroquí) que cambia de color dependiendo la química corporal del usuario y se anunciaba como natural y seguro por estar hecho de ingredientes naturales como la Henna y el aceite de Argán. Las autoridades europeas se dieron a la tarea de investigar el producto y descubrieron que no sólo no tenía la más mínima cantidad de Henna, sino que contenía parabenos nocivos para la salud y prohibidos en todo el continente.
Por lo anterior resulta importante tratar de evitar la compra de cosméticos falsificados y para ello sugerimos se tomen las siguientes precauciones al momento de adquirir productos cosméticos:
1. Evitar comprar productos cosméticos a granel o que no incluyan etiquetas en las que claramente se puedan leer los ingredientes del producto.
2. Evitar comprar productos que no estén respaldados por una marca conocida.
3. Revisar la impresión de las cajas, tubos, frascos, botellas o contenedores de los productos. Si parecen descoloridos, tienen errores de imprenta o incluso ortográficos es muy posible que sean productos apócrifos.
4. Tener cuidado con la compra de productos con empaques distintos a los que normalmente tienen los productos originales. Si bien es cierto que los empaques pueden cambiar al paso del tiempo, variaciones leves pueden implicar en realidad un error por parte del fabricante del producto pirata.
5. Estar atentos a las características conocidas del producto original. Si detectamos cualquier cambio en la consistencia, color o incluso aroma del producto que se nos ofrece, podemos estar en presencia de un producto apócrifo.
6. Todos los productos cosméticos deben tener claramente identificado un número de lote y si bien este puede ser falseado, hay que evitar los que simple y sencillamente no lo tengan.
7. En caso de duda, tratar de contactar al fabricante para notificarle la situación y confirmar la autenticidad del producto.
Como siempre nuestra iniciativa está a sus órdenes para ayudarlos con cualquier duda que pudieran tener sobre el tema y para investigar cualquier producto o práctica sospechosa que encuentren en el mercado.
Porque todos somos consumidores, entre todos debemos cuidarnos.
A continuación nos permitimos hacer una lista con ligas a los artículos usados para la realización de este. Los responsables de este blog, no tienen relación o participación alguna en los artículos que aparecen en las mencionadas ligas y sólo se presentan como material de consulta.
https://www.urmc.rochester.edu/encyclopedia/content.aspx?contenttypeid=1&contentid=4498
https://www.safecosmetics.org/get-the-facts/chem-of-concern/
http://transparencia.cofepris.gob.mx/index.php/es/allcategories-es-es/71-transparencia/marco-juridico/normas-oficiales-mexicanas/cosmeticos
Comments